Cuando empecé a escribir este blog, lo hice abiertamente desde el anonimato.
Hasta ahora, por lo general, solo he escrito pensamientos y sensaciones. Nada de relatar experiencias ni detalles de mi vida.
Esa era la idea inicial, pero muchas veces las cosas no salen como las planeábamos y hay que hacer ciertas modificaciones sobre la marcha.
Hoy, les quiero contar algo real, una de las experiencias que me ha marcado profundamente.
Estudie, en alguno de los típicos colegios particulares de Las Condes. Saliendo del colegio entre a estudiar una carrera de educación que siempre fue mi sueño.
Luego, cuando tenia como 22 años, conocí a un hombre, era en ese momento el príncipe azul, tenia todo lo que se suponía yo necesitaba. Era mayor que yo, ya estaba recibido de una codiciada carrera en una codiciada universidad y además tenia un trabajo envidiable. Era un hombre inteligente, culto y muy serio. Todo lo que una princessa (y sus padres) hubieran deseado siempre.
Luego de 3 años, en esa época de maravilloso pololeo (hoy diría que mas bien aburrido), ambos jóvenes ya estaban en edad de “merecer”, por lo que el príncipe decidió pedir la mano de la princessa. Ella acepto gustosa.
El matrimonio fue celebrado 1 año después (había muchos preparativos que hacer, muchos invitados de importantes reinos vecinos).
Obviamente, nada puede ser tan maravilloso, el príncipe azul, estaba lejos de ser celeste.
La princessa, no era más que una niña, que en realidad no se conocía a si misma, no sabia bien lo que quería. Y por otras razones que no vienen al caso señalar, poco mas de un año de celebrado el gran evento, los personajes involucrados deciden separarse para siempre.
De eso, han pasado 2 años ya…
La princessa y el príncipe nunca mas se vieron. Pero ahora luego deberán volver a verse, está vez para dar por terminado legalmente y para siempre, aquello que un día comenzaron pensando que sería para siempre.
